La victoria en las urnas brindó al libertario Javier Milei su lugar en la Casa Rosada, aunque la falta de estructura política en el Parlamento le representará un quebradero de cabeza diario para asegurarse la gobernabilidad de Argentina. Con sólo 38 de 257 escaños en la Cámara de Diputados y siete de 72 bancas en el Senado, La Libertad Avanza (LLA, ultraderecha) deberá comprometerse a generar espacios de diálogo y consensos con las demás fuerzas para poder aprobar proyectos de ley, que probablemente terminen debatiéndose artículo por artículo.

El director de análisis político de la fundación Directorio Legislativo, que promueve el fortalecimiento democrático y los poderes legislativos de América Latina, Leandro Domínguez, indicó a Efe que un Congreso en la Presidencia de Milei será “un espacio rígido, donde la oposición podría fijar su propia agenda, lo que terminará tensionando las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo”.

Aquí el comodín para evitar un gobierno a base de decretos de necesidad y urgencia (DNU) será la coalición Juntos por el Cambio (JxC, centroderecha), cuyos referentes Mauricio Macri (presidente entre 2015 y 2019) y Patricia Bullrich (candidata presidencial que quedó fuera del balotaje) apoyaron a Milei en la segunda vuelta y podrían allanar el camino del libertario.

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No obstante, a esos líderes les falta mantener su casa en orden, considerando que el pacto de Acassuso –sellado entre Milei, Macri y Bullrich– revolvió las bases de la coalición: especialmente generó el malestar de la Unión Cívica Radical y Coalición Cívica.

La mayor coalición opositora del país posee actualmente 94 escaños en la Cámara Baja y 21 en la Alta, pero pocos continúan bajo los lineamientos de Macri. “Al menos 35 diputados se podrán sumar al acompañamiento casi automático de Milei, pero eso no alcanza y se tendrá que negociar con el ala opositora radical, aunque este tipo de mayorías van a ser recalculadas en cada discusión”, agregó el experto.

La oposición peronista

Por otro lado, la coalición Unión por la Patria (peronismo) conserva 108 legisladores en la Cámara de Diputados y 33 en el Senado, por lo que ninguna fuerza tiene los 129 parlamentarios necesarios para el quórum propio o los 37 senadores para la mayoría automática. “El espacio que tenía un camino más allanado era el de Unión por la Patria, debido a que los congresistas restantes pueden surgir por parte de los independientes y de la izquierda; probablemente tengan que negociar con otras fuerzas. La clave estará en Juntos por el Cambio”, dijo Domínguez.

En este sentido, Milei tendrá una mano difícil de jugar, ya que durante la campaña sus constantes agravios a todas las facciones políticas, pero en especial al radicalismo, podrán pasarle factura a partir del 10 de diciembre, momento en que deberá empezar a limar asperezas.

Otro obstáculo que deberá sortear el libertario es su posicionamiento respecto a la coparticipación, los fondos que la Nación recauda y envía a las provincias, y cómo podría derivar en conflictos con los representantes del Legislativo.

“Este año, la política tradicional en el Congreso se destrabó principalmente por el poder de los gobernadores, sin la herramienta de la coparticipación y aportes que empezaron a llegar a las provincias será difícil un acompañamiento automático”, remarcó el analista.

En este sentido, Milei deberá reconocer cuánto estará dispuesto a ceder, qué lugar dará a los radicales y al peronismo disidente –ajeno al candidato derrotado, Sergio Massa, o a la vicepresidenta, Cristina Fernández– para continuar con su agenda. “Una agenda que implicará negociaciones con pequeñas victorias para cada fuerza y de esas discusiones se verá quién saldrá más favorecido, además de la creación de nuevos liderazgos que empiecen a esgrimirse como la voz alternativa del Ejecutivo”, zanjó Domínguez. l

Senado

  • Arista difícil de bordear. Una arista que podría dificultar el pase de proyectos ley será el Senado, históricamente controlado por el peronismo y ahora sin la fuerza de otros momentos; no obstante, la bandera negacionista de la dictadura de su futura presidenta, la vicepresidenta electa Victoria Villarruel, podría generar empatía en otras formaciones. También costos políticos por una compañera de fórmula que ha defendido a represores de la dictadura militar, que califica como una guerra entre dos facciones.