El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha anunciado este miércoles que impulsará una legislación de emergencia para que Ruanda sea reconocido por el Parlamento "un país seguro" al que se puedan enviar potenciales refugiados.

Sunak había admitido horas antes que el dictamen del Tribunal Supremo sobre el plan del Gobierno para enviar a Ruanda a solicitantes de asilo "no era el resultado" que esperaba, pero insistió en que está "completamente comprometido a detener las pateras".

El Supremo, máxima instancia judicial británica, consideró hoy ilegal el plan del Ejecutivo porque, a la luz de las evidencias, hay un riesgo de que los demandantes de asilo puedan estar en peligro de ser deportados a sus países de origen, de los que huyeron.

Sunak dijo que el Gobierno "considerará ahora los próximos pasos a seguir" tras la derrota judicial de hoy.

Discurso contra la migración ilegal

"La migración ilegal destruye vidas y cuesta a los contribuyentes británicos millones de libras al año. Necesitamos ponerle fin y haremos lo que sea necesario para lograrlo", dijo Sunak en un comunicado divulgado a los medios.

"Este no era el resultado que queríamos, pero hemos pasado los últimos meses planificando todas las eventualidades y seguimos completamente comprometidos a detener los barcos", apuntó.

El líder conservador agregó que los migrantes "dejarán de venir por completo y detendremos los barcos" si saben que entran en el Reino Unido de forma irregular.

Negativa del Supremo

El Supremo dio a conocer su decisión después de que el Ejecutivo de Rishi Sunak recurriera el dictamen de una corte inferior -la Corte de Apelación- que consideró también que Ruanda no era "un país seguro" para enviar a migrantes en situación irregular.

El presidente del Supremo, Robert Reed, explicó que la misión de la corte era legal y que no tenía en cuenta el debate político sobre la política migratoria, y que había evaluado leyes y tratados internacionales en materia migratoria y de derechos humanos.

La decisión de hoy supone un duro varapalo para la política migratoria del Ejecutivo conservador, puesto que el plan de Ruanda -iniciado cuando Boris Johnson era primer ministro- era central para atajar el aumento de los botes con migrantes que cruzan el Canal de la Mancha, que separa Inglaterra de Francia.