Rusia sigue ganando aliados en África. El último, Níger, que el pasado miércoles vivió un golpe de Estado por parte del Ejército. La junta militar que depuso al presidente Mohamed Bazoum se ha mostrado ya favorable a cooperar con sus vecinos Mali y Burkina Faso, gobernados también por juntas golpistas que han seguido la misma estrategia: alejarse de Francia, antigua potencia colonial, y reforzar sus vínculos con este nuevo aliado.

Los golpes de Estado de Mali, en mayo de 2021, y Burkina Faso, en septiembre de 2022, dieron paso a la retirada de las tropas francesas de ambos países, después de que las juntas militares decretaran el final de los acuerdos de defensa suscritos con el país galo. Ahora, todo parece indicar que Níger –con 1.500 militares franceses en el terreno– puede seguir el mismo camino. Los observadores internacionales enmarcan este giro en un proceso de autonomía africana, que se traduciría en poner fin a la fracasada injerencia francesa en la región y reforzar alianzas con un actor alternativo. Este sentimiento antifrancés que están viviendo las excolonias galas en el Sahel va en aumento y responde a la crisis que vive la región desde 2012. En todo este tiempo, las intervenciones coordinadas entre las fuerzas armadas locales y las misiones internacionales –lideradas por Francia– no han sido capaces de frenar el crecimiento del terrorismo yihadista y las redes de tráfico ilícito, lo que ha derivado en la pérdida de territorio, el deterioro de las condiciones de vida y el consiguiente incremento del desplazamiento forzado de la población.

Así, en un contexto de malestar social y manifestaciones en las calles, sectores militares, tanto en Mali como en Burkina Faso, perpetraron sendos golpes de Estado, que contaron con un amplio apoyo popular al presentarse como alternativa a la incapacidad de los gobiernos precedentes, aliados de Francia. El gobierno depuesto de Níger, uno de los países más pobres de África, era hasta ahora el principal socio del país galo en la región.

De hecho, Francia tiene desplegados en territorio nigerino 1.500 militares e importantes intereses económicos de extracción de uranio. Precisamente, tras su expulsión de Mali y Burkina Faso, las tropas galas se refugiaron en Níger y Chad para seguir combatiendo desde allí el terrorismo, pero ahora su futuro es incierto. El jueves, la junta militar acusó a Francia del aterrizaje de un avión militar en el aeropuerto internacional de Niamey, a pesar del cierre de fronteras decretado. Al día siguiente, la junta emitió un nuevo comunicado, endureciendo el tono y advirtiendo contra “toda intervención extranjera militar”.

Grupo Wagner

Al mismo tiempo que Francia pierde influencia en sus antiguas colonias, Rusia aparece como un aliado alternativo. Y no solo por la alianza de Moscú con las juntas militares de algunos gobiernos, sino también por la presencia del grupo Wagner en algunos lugares como República Centroafricana, Libia, Mozambique y Sudán. Si bien Níger no participó en la cumbre Rusia-África, celebrada esta semana en San Petersburgo, la prensa rusa informó de que el jefe del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, se había reunido allí con representantes nigerinos. También con representantes de Mali, donde Wagner actúa desde hace meses –cuenta con 1.000 efectivos en el terreno–, y de la República Centroafricana, donde los mercenarios rusos se encargarán de la seguridad durante el referéndum constitucional que se celebra hoy.

El pasado mayo, el presidente nigerino depuesto expresó en una entrevista a Jeune Afrique su preocupación por la influencia de Wagner y la posibilidad de un golpe de Estado respaldado por ellos. Y estos días, en canales de Telegram próximos al grupo de mercenarios se difundió un audio de una presunta declaración de Prigozhin en la que decía: “Lo que ocurrió en Níger no es otra cosa que la lucha del pueblo nigerino contra los colonizadores”.