Desde Arizona, nos internamos a través de la cuenca de Tularosa en el desierto de Chihuahua. Pasado Alamogordo, continuamos 40 millas hacia el norte a través de la US54 y llegamos a Three Rivers Petroglyph site, al pie de la Sierra Blanca. A partir de ahí seguimos un sendero, un bucle de apenas una milla, algo rocoso y accidentado.

Allí mismo, hace más de un milenio, una persona se detuvo frente a una de las magníficas formaciones basálticas y, utilizando una herramienta de piedra, raspó la película oscura que cubría la superficie de la roca para crear una imagen que aún sobrevive. Se trata de una mano con una espiral en su interior, uno de los motivos sagrados de la cultura hopi.

Los símbolos son una parte importante de la cultura de los pueblos. Los petroglifos son un tipo de símbolo utilizado por algunas culturas nativas americanas para representar eventos astronómicos, como los movimientos del sol, la luna y otros cuerpos celestes. El significado específico de los símbolos varía de una nación a otra; en este caso, representan por lo general el paso del tiempo, la eternidad o el lugar y acaso el rumbo de la experiencia humana en el espacio. En ocasiones los símbolos tenían un propósito práctico, como marcar el paso del tiempo y de las estaciones. Formaban parte de los calendarios nativo-americanos con representación de cuerpos celestes y fenómenos naturales. También servían para transmitir creencias y valores espirituales e historias y tradiciones culturales, por lo que encontramos figuras animales y otros elementos del mundo natural.

21.000 petroglifos

Existen más de 21.000 petroglifos dispersos a lo largo del desierto de Chihuahua. Estas figuras humanas y animales, figuras geométricas y motivos abstractos, todos ellos grabados en roca, son las espeluznantes y seductoras imágenes de guerra y paz, espiritualidad, pasión y equilibrio vital de aquellos antiguos habitantes del desierto. Los petroglifos hopi se pueden encontrar en una vasta área dentro de lo que hoy es Arizona, Nuevo México, Utah y Colorado, como en el parque nacional del bosque petrificado, en el parque de los petroglifos del Rancho V-Bar-V y en el cañón de Cave Creek, en Arizona.

El monumento histórico del estado de Utah llamado Newspaper Rock, presenta más de 650 petroglifos, incluidos varias manos hopi.

Diseños de manos muy estilizadas con espirales en las palmas se encuentran también en las vasijas de tipo “mingoti” o “polaca” propias de la cerámica hopi de finales del siglo XIX y principios del XX. Y en muñecas kachina, figuras talladas en madera que representan seres espirituales y se utilizan en ceremonias religiosas.

La mano hopi

Por lo que respecta a la mano hopi, se trata de un símbolo tradicional utilizado por este pueblo en las prácticas y creencias tradicionales de curación. Enfatizan la importancia de mantener la armonía y el equilibrio entre el individuo, su comunidad y el mundo natural. La mano generalmente se presenta con los cinco dedos extendidos, y simboliza la conexión entre el cielo y la tierra y la capacidad de transferir energía curativa. La espiral de la mano a menudo se interpreta como la representación del universo o la eternidad que, combinada con la palma, simboliza la energía terapéutica. La mano sanadora se considera una poderosa imagen de la conexión entre el individuo y los mundos natural y espiritual, y la importancia de mantener el equilibrio y la armonía para la salud y el bienestar general.

En particular, la mano representa el poder de los curanderos hopi para canalizar y dirigir esta energía, y la espiral simboliza el flujo de fuerza vital.

La edad del símbolo de la mano curativa hopi es difícil de determinar. Según las investigaciones sobre las prácticas culturales y espirituales hopi, es probable que tenga varios miles de años de antigüedad. Existe una gran cantidad de académicos dedicados al estudio de la cultura y la espiritualidad de la nación hopi, entre ellos Charlotte J. Frisbie, Edward P. Dozier, Alice Beck Kehoe, Peter M. Whiteley y David E. Wilkins.

Estos eruditos han utilizado una variedad de métodos para estudiar el símbolo de la mano, incluido el trabajo de campo etnográfico y arqueológico, la investigación histórica y los análisis de laboratorio, entre otros. Peter M. Whiteley, antropólogo y experto en cultura y espiritualidad hopi, proporcionó un análisis en profundidad del símbolo de la mano curativa, su significado cultural y espiritual y su papel en las prácticas terapéuticas en el artículo titulado “El significado de la mano curativa en el arte hopi”. Basándose en estos y otros hallazgos, todos ellos concluyen sin graves discrepancias que la nación hopi es uno de los pueblos más antiguos de América del Norte y que sus tradiciones culturales y espirituales han evolucionado durante miles de años en el territorio en el que se han encontrado estas obras de arte (por eso precisamente se han encontrado allí). Los hopi se encontraron con los castellanos en 1450, y los echaron de su territorio en el curso de la insurrección de 1680. Pocos años después, el avance del pueblo Indé (apache) hacia el sur a comienzos del XVIII provocó choques con éstos por el control del territorio. A pesar de ello y de la inmigración blanca a partir del siglo XIX, el idioma hopi, una de las 30 lenguas de la familia uto-azteca, se sigue hablando en su espacio ancestral.

Una nación soberana

En virtud de la Ley de reorganización de 1934, los hopi aprobaron una constitución en 1936, crearon su propio gobierno, eligieron su primer Consejo y son hoy una nación soberana que mantiene relaciones intergubernamentales con el gobierno federal de los Estados Unidos. En la actualidad su territorio se limita a una reserva de 1,5 millones de acres en el noreste de Arizona: El área ocupada por más tiempo por una misma nación dentro del territorio de los Estados Unidos.

A ningún arqueólogo, historiador, antropólogo o lingüista se le ha ocurrido negar que los hopi constituyen una nación, ni afirmar que carecen de identidad propia, y mucho menos han intentado desfigurar su historia. A nadie –científico o no– se le ha ocurrido llamarlos “apaches” o “moradores del desierto de Chihuahua”, “habitantes de las rocosas” u otros eufemismos para evitar llamarlos hopi, que es lo que son. Nadie niega que hablaban una lengua precursora de la que usan en la actualidad desde hace miles de años y nadie ha intentado cuestionar el área de influencia de dicha lengua porque en dicho territorio convivieran a partir de cierta fecha histórica naciones de hablas distintas.

Todos reconocen que el área de influencia de la lengua hopi era mayor que la actual. Más aún, el área habitada históricamente por este pueblo y la extensión histórica del uso de su lengua se ha determinado a raíz de hallazgos como la mano de Three Rivers. Por último, a nadie se le ocurre poner en duda la legitimidad del pueblo hopi a abrazar la imagen de su mano sanadora como algo propio, y querido.

No ocurre lo mismo en Euskal Herria tras el hallazgo de la mano de Irulegi. ¿Por qué hay quien se empeña –en contra de las evidencias científicas– en negar la realidad histórica, cultural y lingüística del pueblo vasco en su propio suelo? Nosotros somos la prueba fehaciente de la existencia de nuestros antepasados: Es muy difícil entender que nunca fuimos cuando somos y queremos seguir siendo.