Pese a ser el claro perdedor de las presidenciales del pasado domingo, Sinan Ogan, un ultranacionalista hasta hace poco desconocido, será clave para determinar quién será el nuevo jefe del Estado turco. Ogan nació en 1967 y se graduó en Administración de Empresas en 1989, para luego doctorarse en Relaciones Internacionales en la Universidad Estatal de Moscú.

Ogan obtuvo ayer el 5,17% de los votos, muy por detrás del 49,5% del actual presidente, el islamista Recep Tayyip Erdogan, y del 44,8% del líder de la oposición, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu.

A quién se dirigen los casi tres millones de votos de Ogan puede determinar si Erdogan extiende sus dos décadas en el poder o si se produce un radical cambio en la política turca, algo que puede tener repercusiones en las relaciones con la UE, la OTAN y en varios conflictos regionales.

Ogan ha puesto ya sobre la mesa el precio de su apoyo. Recomendará a sus seguidores que voten por el candidato que garantice la ilegalización del HDP, el partido izquierdista que defiende los derechos de la minoría kurda.

Erdogan ha puesto a esa formación, que se consolidó como tercera fuerza, al borde de la ilegalización. El Gobierno turco la considera como el brazo político del PKK, la guerrilla kurda considerada terrorista por la Unión Europea.

Más difícil tiene Kiliçdaroglu distanciarse del HDP, ya que necesita mantener el apoyo que le ha brindado en las presidenciales. En una entrevista, Ogan aseguró el pasado domingo que sólo apoyará al candidato opositor “si el HDP es excluido del sistema político”. Sin los 4,7 millones de votos del HDP, Kiliçdaroglu no tendrá opciones de ganar en la segunda vuelta.