- Boris Johnson ha pasado en dos años y medio de ganar una histórica mayoría absoluta en las elecciones del 12 de diciembre de 2019 a caer en desgracia dentro y fuera de su partido por lo que sus críticos califican de incompetente gestión y falta de escrúpulos. Pese a su reconocido carisma e instinto de supervivencia, sus errores, engaños, las acusaciones de corrupción y sobre todo de romper las normas de la pandemia han acabado hartando a algunos de sus colegas conservadores.

El desgaste por el caso de las fiestas ilegales en Downing Street durante los confinamientos, a las que él mismo asistió y por lo que fue multado, llevó a un grupo de sus diputados a tratar de instigar un cambio de rumbo en el Gobierno.

Además, una comisión parlamentaria investiga si mintió a la Cámara de los Comunes, pecado capital en Westminster, lo que aumenta la presión sobre su ya precaria reputación y amenaza también su futuro.

Johnson llegó al poder el 24 de julio de 2019, tras imponerse en unas elecciones dentro del Partido Conservador para sustituir a su antecesora, Theresa May, víctima expiatoria del brexit y que acabó dimitiendo tras superar una moción de censura entre sus colegas. Con una mayoría escasa, su principal objetivo fue renegociar un acuerdo con Bruselas para ejecutar la salida de la UE. A fin de neutralizar a sus colegas proeuropeos, en el verano de 2019 pidió a la reina Isabel II que decretara una suspensión temporal del Parlamento, una medida declarada ilegal por el Tribunal Supremo.

El Reino Unido salió de la UE el 31 de enero de 2020 y todo pintaba bien para su proyecto y perspectivas, pero llegó la pandemia y hubo de abandonar sus grandiosas ambiciones para centrarse en confrontar la emergencia.

El propio Johnson ha reconocido que se equivocó en su gestión inicial, cuando postergó el confinamiento, apostando por la inmunidad colectiva, y restó importancia al virus, por el que él mismo fue ingresado en abril de 2020.

Las negociaciones para mejorar el protocolo norirlandés tampoco han llegado a buen puerto y han deteriorado la relación bilateral, al tiempo que Irlanda del Norte está sumida en una crisis política por la polarización de sus líderes.

Nacido el 19 de julio de 1964 en Nueva York pero criado sobre todo en Inglaterra, Alexander Boris de Pfeffel Johnson tiene raíces aristocráticas, y se educó en el elitista colegio de Eton antes de licenciarse en la universidad de Oxford.

En 1987, gracias a contactos familiares, entró en prácticas en The Times, de donde fue despedido por falsificar una cita, y fue columnista del Telegraph y director entre 1999 y 2005 de la revista The Spectator

En 2001 ganó un escaño en los Comunes, aupado por su fama como presentador ocasional de un programa televisivo, y entre 2008 y 2016 fue alcalde de Londres, cuando destacó por proyectos caprichosos como un puente que nunca se llegó a construir.

Tras abanderar la campaña por la salida de la UE en el referéndum de 2016, fue nombrado por May ministro de Exteriores, cargo del que dimitió en julio de 2018 por discrepancias con su jefa sobre el brexit. Un año después cumplió su sueño de llegar a primer ministro. l

l Un caos. La vida personal de Johnson ha estado dominada por un publicitado caos. Tras divorciarse en 1993 de su primera esposa, Allegra Mostyn-Owen, en 2020 cortó lazos con la segunda, Marina Wheeler, madre de sus cuatro hijos mayores. En 2021 se casó con Carrie Symonds, 24 años menor que él y madre de sus dos hijos pequeños. Tiene una séptima hija fruto de una de sus múltiples relaciones extramatrimoniales.