Buenos Aires - Reynaldo Bignone, último dictador en la historia de Argentina (1982-1983), falleció ayer a los 90 años en un hospital militar de Buenos Aires y pasará a la historia, según relataron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, por ser “el gran genocida” del país, que no tuvo “compasión por las víctimas”. “Tiene en su haber crímenes horrendos: desapariciones, torturas muertes, apropiación de bebés. Los genocidas no hay manera de que puedan limpiar su historia ni que puedan ser reivindicados”, dijo Nora Cortiñas, referente de Línea Fundadora, una de las dos asociaciones que responden al nombre de Madres de Plaza de Mayo.
Fuentes militares explicaron que el exgeneral, último presidente de facto de la dictadura que gobernó el país entre 1976 y 1983, murió por complicaciones de una operación quirúrgica en la cadera en el Hospital Militar Central de Buenos Aires, donde se encontraba internado desde ayer.
En los últimos años se habían dictado contra él varias condenas perpetuas por delitos de lesa humanidad cometidos durante el régimen: robo de decenas de bebés a sus padres biológicos -detenidos y desaparecidos por la dictadura-, y torturas, secuestros y homicidios de multitud de opositores.
Cortiñas, que junto con otras decenas de mujeres comenzó a clamar a finales de los años 70 por saber qué ocurrió con sus hijos detenidos por el régimen, lamentó que “estos personajes” (en referencia a los represores) se lleven una parte de la verdad de lo que sucedió, ya que nunca confesaron qué ocurrió con los desaparecidos.
Nombrado presidente el 1 de julio de 1982, Bignone sustituyó al depuesto Leopoldo Galtieri tras la derrota de Argentina en la guerra de las Malvinas contra el Reino Unido, y una de sus primeras medidas fue convocar elecciones, pero también la destrucción de toda la documentación sobre detenciones, torturas y asesinatos de desaparecidos. - Efe