UNA declaración del Parlamento (Asamblea) de Gales dice: "Algo que se puede decir sobre el pueblo de Gales es que no tenemos miedo a cuestionar el estatus quo". La Cámara, de una innovadora construcción vanguardista, comparte espacio con las clásicas construcciones victorianas de la bahía de Cardiff. Es un tributo al nuevo Gales que quiere comenzar a andar sin que Londres le lleve de la mano.
Se cumple un mes y medio de la publicación de las conclusiones de la Convención de Todo Gales. Los dos años de trabajo de este grupo de 16 personas presididas por sir Emyr Jones Parry, -quien fuera, entre otros muchos cargos, representante del Reino Unido en el Consejo de Seguridad de ONU-, concluyen que los galeses quieren más autonomía. Es decir, que el Reino Unido les devuelva parte de la soberanía prestada por el pueblo galés. El método a emplear es tan viejo como la propia democracia británica; celebrando un referéndum.
La Comisión de Todo Gales se formó por encargo del actual gobierno de coalición entre el Partido Laborista y el Plaid Cymru (nacionalistas) con el compromiso de tener en cuenta sus conclusiones. La metodología ha sido similar a la empleada en Escocia e incluso a la utilizada en Euskadi con la web Konpondu.net. La Comisión ha recogido las aportaciones de los ciudadanos galeses y las ha plasmado en sus conclusiones. El informe pide al Gobierno galés convocar un referéndum para que Londres deje de interferir en sus competencias. Según Jones Parry, el 70% de los galeses apoyan ahora la autonomía -aprobada por un 50,3% en 1997- y además, en un porcentaje de 47 contra 37, considera que ésta ya se ha quedado pequeña. Y es que la autonomía galesa de 1997, a diferencia de la escocesa, no contemplaba la asunción de ninguna competencia de primera línea por parte de la Asamblea de Cardiff que se limita a ejecutar la legislación británica. La gran diferencia, entre la virtual autonomía de los galeses y la que ganaron los escoceses en su referéndum, es que Escocia obtuvo el derecho a cobrar impuestos, una vía directa hacia la independencia de Londres que Gales no tiene. La Asamblea electa tampoco puede decidir sobre política exterior, defensa o sancionar leyes.
En 2006 la autonomía fue modificada y Gales obtuvo una veintena de competencias estatales pero, para ser aplicadas, éstas deben contar con el consentimiento de Londres a través del secretario de Estado para Gales -en la actualidad Peter Hain- para que entren en vigor. Además estas competencias pueden ser anuladas cuando el Reino Unido quiera. Esta tutela, sobre todo en el aspecto económico, es la que los galeses quieren romper. Tras conocer las conclusiones de la Convención, el propio Hain se comprometía públicamente con que, "si yo sigo en mi cargo en la recepción de una solicitud de la Asamblea para convocar un referéndum, no vetaré la solicitud". Y es que la vieja democracia británica sigue a la vanguardia europea.
Gales ha sido un territorio teñido por el negro del carbón; la gran riqueza natural del país -Cardiff llegó a ser el primer puerto exportador de carbón del mundo-. Adosada a la industria extractora se creó una potente siderurgia que, como en su día sucedió en Euskadi, Europa dio por amortizada. Y aunque en Gales aguantó más tiempo, su declive arrastró a toda la economía galesa.
Los factores económicos se unen así a los tradicionales de la cultura y, sobre todo, el idioma para explicar la evolución del sentimiento nacionalista galés. El idioma ha sido la reivindicación en torno a la que se han agrupado todos los sentimientos nacionales. Los galeses han conseguido mantener viva su lengua autóctona a pesar del fuerte retroceso sufrido en el siglo XIX. Si a comienzos de ese siglo sólo era hablada por el 50%, ahora este porcentaje no llega al 20%. No obstante, el ascenso electoral de los nacionalistas obligó a la oficialidad del galés y a la supresión de todas sus restricciones, en contra de la mayoría anglófona que considera un "despilfarro" gastar dinero en la enseñanza del galés en las escuelas.
El proceso, que puede llevar al referéndum de 2011, se inició con el nacimiento del movimiento nacionalista galés, vanguardia de las reivindicaciones culturales en su inicio que ha evolucionado hasta abrazar el independentismo.
Nacionalistas galeses y escoceses mantienen unas estrechas relaciones -forman un mismo grupo en Westminster-, por lo que desde el Plaid Cymru se mira a Edimburgo con ansiedad, ya que los escoceses son quienes están abriendo el camino autonómico tanto a galeses como a los habitantes del ducado de Cornualles, donde se están desarrollando movimientos por la autonomía.
El Plaid Cymru (Partido de Gales) es el partido nacionalista más importante . Defiende la separación del Reino Unido y la promoción del idioma y la cultura galesa . El apoyo al Plaid Cymru se ha concentrado históricamente en las zonas rurales de habla galesa en el norte y oeste del país. Las elecciones de 1999 fueron consideradas como una eclosión del partido, que obtuvo escaños en lugares donde el galés se hablaba poco o incluso no se hablaba. Muchos atribuyeron este aumento de los apoyos a los problemas que atravesaba el Partido Laborista cuyo candidato a Primer Secretario de la Asamblea, Ron Davies, fue obligado a dimitir debido a un escándalo sexual. Ieuan Wyn Jones -actual primer ministro adjunto- retuvo el liderazgo del grupo en la Asamblea. Ieuan pronto hizo girar a su partido hacia una política abiertamente favorable a la independencia. En las elecciones generales de 2005, el Plaid Cymru perdió un escaño, pero en la Asamblea Nacional de Gales de 2007, aumentó 3 escaños, hasta los 15 parlamentarios, lo que posibilitó crear una coalición de gobierno con los laboristas sobre un programa claramente autonomista.