Cómo comprar ropa de forma sana: "La talla te tiene que dar completamente igual"
‘El día que dejé de comprar ropa’ es un libro, casi un manual, que nos invita a entender nuestro cuerpo y tomar el control de nuestros armarios
En El día que dejé de comprar ropa, la profesora Patricia Eguidazu, que hace unos años lanzó el Método TriziaZu (dedicado a enseñar a mujeres reales a vestir y a comprar de forma racional gracias a la gestión de sus emociones), profundiza en la industria de la moda y nos invita a comprar de una manera más consciente y sostenible emocionalmente.
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¿Cuando empezó en este movimiento se imaginaba que iba a tener su propio método o su propio libro, explicándolo absolutamente todo, se imaginaba todo el revuelo que iba a generar?
Es de las primeras veces que me hacen esta pregunta, y te lo agradezco un montón, porque me encanta este tema del emprendimiento. Yo había emprendido muchas veces, siempre en paralelo a la enseñanza, y nunca había funcionado. Y, ¿esto que te dicen de que cuando hay algo que funciona, funciona solo, etc.? Pues ese fue el método. De repente yo empecé a postear cosas que me parecían interesantes para ayudar a las mujeres. Hubo un día que una chica vino 6 meses después y me dijo: “Yo te pagaría”. Creé un plan de estudios, al cual estaba muy acostumbrada en la universidad. Mi primera clienta fue una podóloga vasca, de un pueblo de aquí cerca, y eso ya generó que esa semana ya tuviese 2, la semana siguiente ya tenía 8 cubiertas y empezó una lista de espera de 3 meses. 8 meses después lo tuve que hacer digital porque la demanda era muy superior a mi capacidad de hacer videollamadas.
Este tipo de temas causan muchísimo revuelo, suscitan muchísimos debates. ¿Siente que hay gente que se centra en el negacionismo de la realidad o de los hechos para seguir en ese consumismo? ¿O realmente no somos tan conscientes de los efectos que tiene la moda fast fashion?
Yo creo que todos somos conscientes del daño que le hace al planeta. A algunas personas les importa más, a otras les importa menos. Lo que no son conscientes todas las mujeres, de hecho una gran mayoría de mujeres no lo ven, es del daño que esa conducta de consumo por encima de sus necesidades hace a su propia autoestima, y a su propio beneficio. Eso es lo que creo que no son conscientes. Se sienten mal pero a mí cuando me llegan mujeres alumnas me llegan diciendo: “Es que me siento mal”. Ellas a lo mejor a base de escucharme han podido ser más consciente. Yo creo que realmente el gran mal es que la mujer no es consciente del daño emocional.
Habla incluso de cuántas veces hemos llorado en un probador. Si es algo tan doloroso, ¿por qué lo seguimos haciendo?
Yo ya no lloro. Hace mucho que no lloro en un probador. En parte, porque le cogí tanta manía que compro online, y compro online también porque tengo información mucho más descriptiva de la prenda: la composición, la tabla de medidas (porque las tallas dan igual).
Habla de las tallas, y nos desvela algo que todos intuíamos. Las tallas varían incluso dentro de una misma marca, y sin embargo sigue siendo una de las cosas que más ansiedad generan, que más complejos provocan.
De eso ya tenemos culpa nosotras por dos motivos. El primer motivo es porque sobre todo mi generación es una generación de asignar valores a números, kilos y tallas. Y estamos muy equivocadas, porque los kilos pueden venir de una composición corporal u otra, y una composición corporal con un peso más bajo puede ser insana y sin embargo una composición corporal con un peso más alto puede ser sana. Con las tallas pasa exactamente lo mismo. Es que te tiene que dar completamente igual la talla. Tú respondes a unas medidas.
Podríamos resumir estos aprendizajes en que aprender a comprar es básicamente aprender a conocer nuestro cuerpo y también aprender a quererlo y a respetarlo.
Es que cuando conoces tu cuerpo y te enfrentas a él de verdad, cuando te enfrentas a tus medidas y te dan las herramientas para verlo bello, proporcionado y armonioso, automáticamente tu autoestima sube. Y ya, cuando aprendes qué tipo de prendas van con tu morfología y entonces no fallas tanto en los probadores, no hay tantas prendas que te queden mal porque no te pruebas las que sabes que no te van a quedar bien. Eso es como aprendes a quererte más.
Junto a la sostenibilidad emocional tenemos la sostenibilidad medioambiental, y nos ofrece una cifra preocupante. 100.000 millones de prendas que se producen al año, de las cuales 50.000 millones se desechan menos de 12 meses después.
Y de los 50.000 millones restantes se quema mucho. Están los 50 de los vertederos, pero luego hay 50, donde una parte importante se quema cuando pasan las rebajas para que no se devalúen las prendas de marca de la siguiente temporada. Te puedes imaginar que más o menos debemos de utilizar en torno a 25.000 millones. Bueno, de utilizar me refiero a tenerlo en el armario.
¿Le preocupa la irrupción del ultra fast fashion? Producción mucho más grande, prendas que ya no es que se usen en un año, sino que a veces ni se llegan a usar…
A mí con esas marcas me pasan dos cosas. Se supone que el gobierno francés ha intentado regularlas hace como 2 años. Entonces, inventan una historia de: “Vamos a regularlas”, y los límites son mil referencias diarias. ¿Es que estamos locos? Y la otra cosa es que no consigo entender cómo puede una prenda costar 2 euros, es que no se me pasa por la cabeza. Ya simplemente con que haya un tejido (sea malo o bueno), con que haya unas personas trabajando detrás, el transporte… Es que no me salen las cuentas. No sé cómo están haciendo dinero esas marcas.
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