Estas son fechas de ritos y costumbres. Entre las tradiciones que se repiten, la elección de la palabra del año que termina. Es una misión que han hecho suya las academias de la lengua y entidades dedicadas a explorar los vericuetos del idioma. Se trata de dar con el término que recoge la principal preocupación de la gente. Algo así como alumbrar el zeitgeist, el espíritu del tiempo que dicen en Alemania. La idea es dar con esa palabra que perdurará en la memoria por su peso y frecuencia en la conversación de la gente. Entre nosotros, en los últimos tiempos de esta labor se han ocupado Euskaltzaindia y Uzei. Y, casualidad, han seleccionado el mismo vocablo que la academia española: muga-zerga, es decir, arancel. Lo primero que viene a la mente al pronunciarla, sea en euskera o en castellano, es la imagen del presidente de Estados Unidos sosteniendo la tablilla con los nombres de los países y la tasa que asignó a cada uno de ellos a modo de castigo. Pero si hay una palabra que resume como ninguna otra el año 2025 esa es Trump. Su nombre ha circulado de boca en boca desde que fue reelegido presidente por segunda vez; el próximo 20 de enero, hará un año. Es verdad que se trata de un nombre propio, pero ha adquirido muchos significados, hasta convertirse en una expresión polisémica que significa maldad, arrogancia, mentira, abuso, machismo, racismo, avaricia y, además, es una metáfora de todo lo malo que puede venir.