La flamante ganadora de La Concha de Oro fue mi elección cinematográfica el 31 de octubre, y aunque fue sin querer resultó perfecta para celebrar Halloween. Sentí terror en la sala de cine. Y es que Los domingos puede verse desde diferentes perspectivas, y según lo que pienses será una historia preciosa sobre la religión o un filme más terrorífico que la mayoría que ostentan esa etiqueta.
A mí, además de lo que propiamente se muestra, me aterroriza lo actual que resulta; parece que la Iglesia católica está volviendo a penetrar en capas de la sociedad que la habían desterrado para siempre. Recordemos todo el mal que ha hecho esa institución; ni aunque tuviera todas las páginas de este diario podría resumir el horror perpetrado por ella. Y ahora hay gente que lo olvida, que se abraza a lo celestial para ignorar lo terrenal, que en vez de buscar soluciones en la ciencia quiere la certeza que da la fe ciega en algo.
El arte no deja de ser una representación de la sociedad, sea la obra maestra de la directora Alauda Ruiz de Azúa o el nuevo disco de Rosalía. Por más que cada persona pueda potenciar lo espiritual al margen de la Iglesia, no dejan de ser inquietantes los frutos que puede recoger esta ante la nueva realidad. Recemos para que sea algo pasajero y que no haya llegado para instalarse de nuevo entre nosotros.