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Mesa de Redacción

Carlos Marcos

Los bombones de Bea

El aumento de la obesidad, ya desde la etapa infantil, y de los casos de diabetes, hipertensión o cáncer, requieren de medidas tajantes

Los bombones de BeaN.G.

El otro día, Bea trajo al periódico unos bombones de su viaje a México. El envoltorio era muy similar a los de aquí pero tenía en su parte frontal varios octágonos negros alertando, en letras grandes y en mayúsculas, de ingredientes nada recomendables que tienen efectos negativos en la salud. Algo así como el mensaje obligatorio de los paquetes de tabaco. Los productos insanos de México, Chile y otros países que están implantando esta eficaz iniciativa en comidas y bebidas envasadas advierten por ley de un vistazo, del exceso de calorías, de azúcar, de sal, de grasas saturadas o de grasas trans. Reciben tantos sellos frontales y grandotes como excesos haya en su lista de ingredientes, además de alertar de la presencia de edulcorantes o cafeína para evitar el consumo en menores. Aquí, el Gobierno español, más ingenuo, ha retomado su intento de sacar de los anuncios de la tele los productos insanos destinados a la chavalería, ahora que no ven la tele y reciben en su móvil (tienen sus propias apps) todas esas ofertas y promesas de regalos de hamburguesas, pizzas, snacks, golosinas, refrescos pero también productos de desayuno. El aumento de la obesidad, ya desde la etapa infantil, y de los casos de diabetes, hipertensión o cáncer, requieren de medidas tajantes y necesarias que sirvan, al menos, para escribir las cosas por su nombre en los etiquetados, después del fracaso del semáforo nutricional que enciende la luz verde a los cereales ultraazucarados y la roja al aceite de oliva virgen extra.