El pasado fin de semana Pablo Izaguirre, responsable del grupo de montaña de la Unidad de Vigilancia y Rescate (UVR) de la Ertzaintza, hablaba en este periódico sobre los rescates de montaña, un ámbito que este fin de semana ha estado de actualidad por los nueve rescates realizados en los Pirineos en tan solo once horas, entre ellos dos barranquistas guipuzcoanos que se rompieron los tobillos al saltar a una poza.
Accidentes ocurren y más en zonas turísticas. De hecho, en la entrevista citada, Izaguirre explicaba que en Gipuzkoa es Jaizkibel el monte donde más rescates se realizaron el año pasado. No por su complejidad, sino porque es muy transitado, desde los peregrinos que lo atraviesan en la primera etapa del camino del Norte que parte de Irun, hasta los turistas y senderistas, muchos procedentes del otro lado del Bidasoa, que se pierden en sus calas o se quedan atrapados por no saber calcular la subida de la marea.
El problema, en general, de los rescates que no tienen que ver con accidentes es la inexperiencia y la falta de preparación. El propio Izaguirre lo decía: “No acabamos de entender que en verano también hay que llevar ropa de abrigo”. La hipotermia ha acabado con muchos senderistas inexpertos que salen de casa en manga corta y acaban pasando noches en vela a temperaturas muy bajas. En los Pirineos, de hecho, entre esos nueve rescates uno lo protagonizó un grupo de jóvenes senderistas inexpertos que no pudieron continuar su travesía en el pico Maladeta por inexperiencia. Sentido común es lo que se nos exige en la montaña, ese que no aplicamos cuando nos quedamos sin batería por estar sacando vídeos y fotos que impiden que los servicios de emergencia se comuniquen con nosotros.