La frase conocida es “tonto el que lo lea” pero no está el horno para insultar al respetable. La otra opción era titular esta esquina con un “tonto el que no lo lea”, pero lo cierto es que a veces no leerme me parece mejor opción, con la de cosas interesantes que hay por hacer, así que he llegado a la conclusión de que si hay algún tonto aquí no es quien lee o no lee, es quien escribe. Digo esto después de leer la magnífica columna de la escritora Leticia Martín en el diario argentino Perfil, que ha recorrido medio mundo. Allí, bajo el brillante título de Nadie lee nada denunciaba que llevaba medio año sin que le pagaran sus colaboraciones en dicho periódico. Escribiendo y entregando puntualmente sus columnas sin saber por qué nadie las paga, si no gustan, si no importan o si es porque no se hacen virales, que es como ahora los editores valoran la calidad de un texto. Es el mismo sentimiento que hemos tenido alguna vez quienes escribimos en público para gente desconocida, como quien mete un mensaje en una botella y la arroja al mar esperando que alguien la lea. ¿Nos leerá alguien, habrá una orilla detrás de tanto mar ahora que hay gente que presume de no leer el periódico, de no querer conocer las noticias, de no abrir un libro? En su caso, era un intento de que alguien del periódico le llamara para arreglarlo y escribir otra columna para ese día. Nadie lo hizo y salió publicado el artículo tal cual, confirmando su título, nadie lee nada. Estamos jodidos.