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Mesa de Redacción

Harri X. Fernández

Periodista cultural

Decir adiós

Un amigo me preguntó hace poco cuál era mi mayor miedo

Decir adiósN.G.

Un amigo me preguntó hace poco cuál era mi mayor miedo. Respondí rápido: imaginarme haciendo noche en el hospital con mi padre mientras se moría. Cobarde de mí, me negué a acompañarle en esas horas, temiendo que la oscuridad y el silencio convocasen más oscuridad y más silencio, algo que, de cualquier modo, iba a ocurrir finalmente, fuese la hora que fuese. La periodista y editora de Erein, Uxue Razquin, ha demostrado una valentía de la que otros carecemos. A petición de su madre, aquejada de un brutal cáncer, permaneció con ella en esos instantes en los que ya no era posible aferrarse a la mentira de un futuro brillante que simboliza la luz solar. Tras una semana, la relevó su hermano, y esa misma noche falleció. Razquin lo cuenta en Cómo se le dice adiós a una madre (Pepitas de calabaza), una carta de amor poética, de profunda pena, un texto de despedida, una dedicatoria extensa que la autora no quiere concluir, porque acabar de escribir es como revivir una nueva muerte, cavar una zanja con las manos y acostarse en una tumba como en un lecho –que clamaba Hamlet–, para comprobar lo rápido que alguien se enfría cuando deja de ser persona y se convierte en cuerpo. Uxue es, repito, valiente e increíblemente generosa. Se abre en canal en una lectura preciosa, que provoca congoja y que me ha hecho llorar de principio a fin al pensar que todas las muertes se sienten de igual manera, sin venir nunca bien.