Estos días en los que el libro es el centro, como todos los años, es un buen momento para hablar de ellos. Muchos y muchas estarán pensando qué ejemplar regalar a sus seres queridos, con una rosa como manda la tradición catalana que nos hemos apropiado en otros sitios. Hay que reivindicar que, más allá del 23 de abril, todas las jornadas son un buen momento para la lectura. En el transporte público, en las salas de espera o en los viajes un libro siempre es una buena compañía. Pero también en casa, antes de dormir o desayunando. En un momento en el que estamos saturados de plataformas y de redes sociales, dedicar horas y horas al mismo producto, a un libro que nos estimule de una manera diferente al móvil, es casi un acto de resistencia. Cuando parece que tenemos que estar al día con las cien series diferentes que salen al mes, decidir hacer ese esfuerzo no es tan fácil. Como la radio y el cine cuando surgió la televisión, o la televisión cuando Internet se volvió habitual en todos los hogares, la literatura seguirá existiendo y resistiendo. Porque es un medio único que nos da algo que ningún otro nos puede dar. Y porque desde que se creó ha retratado las diferentes épocas del ser humano, y esta que estamos viviendo no será diferente.