Dinamarca es quizá el mejor lugar del mundo para perder la cartera. Un estudio en 40 países que consistió en extraviar 17.000 monederos sin dinero y con dinero situó a Dinamarca como el estado donde más carteras de las segundas (con unos 13 euros cada una) se devolvían. La investigación se publicó en 2019, pero seis años después, pasear por Copenhague es caminar por aquel estudio. En realidad, tener la sensación de que casi nunca pasa nada. En sus calles, donde como en cualquier sitio que se dice y también es civilizado, los peatones y los ciclistas conviven de aquella manera y los coches no hacen tanta falta. Hay poco margen para disgustos, es verdad, aunque estos lugares suelen ser los que esconden las grandes alegrías. Todo es muy regular, todo es muy promedio y algunos paisanos se llegan a agobiar por ello: tener una amplia red de seguridad bajo los pies que les paga por estudiar en la Universidad o que les permite independizarse a los 20 años gracias a un parque público de alquiler que acoge al 70% de la población, les da la sensación de que su vida está predeterminada. De querer escapar de allí. Así se entiende la tradición nórdica de tomarse un año sabático antes de la Universidad. Salir de la pecera por un tiempo para que después de unos meses, todo vuelva a su cauce. O casi todo.