Tras pagar 3,5 euros de comisión por hacer una transferencia a través de mi banco online, que en realidad no es online porque tiene un montón de oficinas, me invitan a responder una rápida encuesta bajo el epígrafe “Ayúdanos a mejorar”. Al pinchar, se abre una ventana en la que dejar mi “sugerencia” porque, dice el texto, “nos gustaría conocer tu opinión para seguir mejorando”. Mi sugerencia para mejorar el servicio prestado en la página web es que no se cobren comisiones por hacer transferencias, ya que somos los clientes quienes realizamos la operación y, de esta manera, ayudamos a descongestionar la sucursal para que el personal pueda estar a otros cometidos porque, puestos a pagar comisión, es evidente que resulta más cómodo y seguro pasarse por la oficina y que te lo hagan en ventanilla, y así no te lías tecleando numeritos y pensando que lo has hecho mal. Y, sorpresa, al día siguiente me llega al mail la respuesta del “Servicio de quejas y reclamaciones” diciendo que no pueden atender mi solicitud y que hable con mi gestor. La respuesta me sorprende y pienso si ha habido un cruce extraño porque mi mensaje ni era una queja ni una reclamación, tan solo una sugerencia, a solicitud suya, y ni siquiera comenté mi caso particular, pero parece que hay sugerencias que no son bien recibidas. Habrá que volver a la ventanilla.