Acercarte a una librería y preguntar por el Bono Kultura sin que ni siquiera hayan pasado una semana desde que salió provoca distintas reacciones al otro lado del mostrador: que te miren como si fueras un marciano, que te pongan carita de pena por tu ingenuidad o que te abronquen por haber esperado tanto, aunque la campaña teóricamente esté en vigor hasta el 31 de enero. En todos los sitios en los que he preguntado guardan con celo, además, el haber agotado los bonos descuento. Ningún cartel lo avisa, toca hacer cola y preguntar para que te digan que ahí ya no quedan, pese a que la web de la Diputación siga señalando en el mapa que sí están disponibles en esa librería los bonos que descuentan 12 euros en libros en euskera y 8 en otros idiomas, descartando “los libros de texto, estudio y profesionales”. Si se obra el milagro y encuentras el bono pero no quieres comprar un bestseller traducido, comienza otro debate: qué entiende cada sitio por libro de estudio. Para algunos, una novela graduada con una letrita y un número cuenta como novela y no hay problema, pero para otros como libro de estudio y no se puede. Pero si la graduación es por edades entonces ya sí, pero si es libro es divulgativo entonces igual no... Y así, no sé cuántos años después, el Bono Kultura sigue siendo como un fantasma, muy difícil de ver pero si aparece, te puede dar un susto.
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