A los periodistas se nos presuponen unos conocimientos que a veces no tenemos a la hora de analizar un tema y que ese análisis será aún más resolutivo si escribes en una esquina del periódico con tu foto de mala hostia junto a la firma. Pues siento ser yo quien se lo diga, pero aquí no es. No entiendo que en Gipuzkoa se produzcan, cada mes, casi 200 casos de agresiones machistas contra mujeres y que el dato haya crecido enormemente (aún más respecto a Araba y Bizkaia) en lugar de ir a menos o desaparecer, que es lo que se espera de una sociedad si no ya igualitaria sí civilizada. Y me parece que esos 1.733 episodios de violencia intrafamiliar y de agresiones de distinto tipo también fuera del hogar, son ya una emergencia que debemos priorizar, encauzar y solucionar antes de que siga aumentando la lista de agredidas y fallecidas. Y confieso que no sé cómo atajarlo. Se me ocurre que el primer paso, a la vista de que esto se está convirtiendo en incontrolable, quizás sea no arropar con el silencio cualquier agresión, empezando por la verbal que, aunque invisible, es el origen de todo lo demás. Y, por supuesto, repudiando también a los políticos que niegan la mayor, que la violencia machista existe. Los casos son muy graves y no debemos desviar la atención hasta que lleguemos al machismo cero.
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