Estos últimos días me ha tocado leer, y también escribir, sobre un animal que solo gusta si sale en las pelis de Disney o en Ratatouille, pero que si te lo encuentras de frente produce pavor y mucho, mucho, asquito. Las ratas, denuncian los vecinos de muchos barrios donostiarras, se pasean con toda su pachorra por nuestras calles y plazas, suben escaleras y trepan por los árboles. Comentando este tema, una amiga contó que una conocida suya se encontró con una rata bien cómoda en la mesa de su cocina. No sé cuál fue su reacción, pero yo igual tiro rata y mesa por la ventana, si es que no me da un síncope al verla. La cosa es que los ‘mardito roedore’, gato Jinks dixit, por lo que ve se han hecho inmunes al veneno. ¡Lo que nos faltaba! ¿Ahora qué? ¿Les envenenamos a base de comida basura? Si tanto estropea nuestra salud, habrá que intentar acabar con estas inoportunas visitantes atiborrándolas a bollería industrial, refrescos azucarados y alimentos procesados. Pero como son muy vivas, también se acostumbrarán, se harán enormes y dominarán el mundo. Disculpen este homenaje a la Semana de Cine de Terror. Habrá que esperar a que el colesterol acabe con ellas. Resulta increíble que andemos con estas historias cuando hasta la inteligencia ha llegado a ser artificial. De la natural, poca queda.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
