La de la Y vasca es una historia plagada de obstáculos, como la amenaza de ETA, la complicada orografía, la rescisión de los contratos en el nudo de Bergara, y, a medida que se va acercando el final de la obra, la evidencia de un futuro sin conexiones con el eje europeo por incumplimiento de deberes de Madrid y París. En este contexto, el Gobierno español ha lanzado un globo sonda con la idea de que vayamos asimilando que la alternativa para la conexión con Navarra es la que pasa por Gasteiz, en detrimento de la Ezkio-Itsaso, cuya estación, ya construida, puede quedar como triste símbolo de la manera en la que Madrid se ha manejado en todo este asunto. En septiembre se cumplirán 18 años del comienzo de las obras. La plataforma ferroviaria del trazado guipuzcoano es la única que está ejecutada de todo el proyecto, justo el tramo del que se ha ocupado el Gobierno Vasco tras la encomienda de gestión que firmó con el ejecutivo español. Cuando concluya, la nueva línea tendrá una longitud total aproximada de 180 kilómetros que incluirán 80 túneles, 71 viaductos y seis estaciones, con una previsión de cerca de cuatro millones de viajes anuales entre las capitales vascas. El pasado febrero, el entonces consejero Iñaki Arriola, de visita en el tramo entre Hernani y Astigarraga, el último que quedaba por ejecutarse en el ramal guipuzcoano, dio una nueva fecha para su puesta en marcha: el año 2027. Ya queda menos.