En Estados Unidos las máquinas de vending tienen nuevo producto a la venta. Ya no sirven sólo para comprar tabaco, comida basura y latas de cerveza con las que minar tu salud. A partir de ahora, también hay máquinas de vending para comprar balas para la pistola o el rifle de turno con las que minar la salud de los demás. Las primeras máquinas las están instalando en las típicas tiendas de comestibles de Alabama, Oklahoma y Texas y son tan útiles que, por ejemplo, si usted va alegremente a atracar esa tienda y al atravesar la puerta se da cuenta de que no tiene munición suficiente para descerrajar a tiros a toda la clientela, sin que tenga que salir del local y sin molestar al dependiente, puede hacerse cómodamente con la munición, la carga en el arma y entonces, ya sí, se acerca al mostrador y a pedir lo que no es suyo. Dicen los responsables del invento que las vendingbalas son fáciles, rápidas y seguras porque saben identificar la edad del comprador con un software de reconocimiento facial (no aclara si detecta barbas postizas) y porque tienen hasta un lector de permisos de conducir (en el país donde hasta las telecomedias infantiles tiene como argumento recurrente su falsificación). Los detractores, por contra, no le ven sentido a comprar las balas con el pan, lamentan que se normalice el uso de las armas y temen que los asesinatos masivos en institutos y centros comerciales vayan a más.