Se convirtió en la palabra del año en 2023, por su gran presencia en los medios de comunicación y la propia evolución del significado que ha experimentado. Polarización apareció en el diccionario por primera vez en 1884, y en los últimos años se ha extendido el uso de esta voz para aludir a situaciones en las que hay dos opciones muy definidas o distanciadas, en ocasiones con las ideas implícitas de crispación y confrontación. Curiosamente, como dice el filósofo Daniel Innerarity, es la polarización política la que produce polarización social y no al contrario. Y afirma rotundo que como categoría política está “sobrevalorada”. Vamos, que su efecto en la sociedad, más allá de la apariencia, es relativo. Con los comicios europeos a la vuelta de la esquina, es obvio el serio problema que supone la movilización en el espacio de la extrema derecha y el discurso del odio, pero a pesar de haber crecido la hostilidad, no se puede hablar de una sociedad dividida. Pese a los problemas, como la precariedad laboral o el acceso a la vivienda, la sociedad sigue siendo de clase media “y la centralidad no desaparece”, recuerda el filósofo. En cualquier caso, en nada ayuda que los partidos se hayan dejado de fijar en los problemas de verdad para centrarse en lo que les separa de sus rivales, olvidándose, a su vez, de lo que les une.