Fui a ver otro partido, pero me quedé toda la mañana viendo las semifinales del Campeonato de Gipuzkoa de fútbol alevín, de niños nacidos en 2012. Se enfrentaban los campeones de los cuatro grupos del territorio: Martutene frente a Añorga y Mariño de Irun frente a la UDA de Aretxabaleta. Allí estaba la créme de la créme del fútbol alevín guipuzcoano, incluido el niño del Mariño que se disputan la Real y el Athletic y dicen haber captado en Bilbao. Cara de niño y cuerpo de hombre para un jugador difícil de calificar: Pogba enfrentándose a niños de 11 y 12 años. Los jóvenes de la UDA se zafaron con él y lograron derrotar al equipo del gigante irundarra (5-4) en un final digno del mejor guionista de Hollywood: con un gol directo de saque de centro, cuando el árbitro ya había hecho sonar el primero de los tres pitidos que anunciaba el final del partido. En pleno desconcierto celeste, una imponente figura, unos 185 centímetros de niño, atravesó el campo, en paz consigo mismo, y acudió al único sitio que pueden ir los grandes: a consolar y levantar del suelo a su portero, el compañero al que se le había escapado la final, ese balón travieso, bajo su regazo. Si Alfredo seguirá dentro de tres años siendo tan diferencial como lo es hoy, sólo lo dirá el tiempo. Pero que conserve ese espíritu. Y le vaya bien.