Pues sí, que ha llegado la hora y que nadie se relaje ni piense que está libre, porque no. He tenido el privilegio de poder ir a pasar unos días fuera con las amigas. Hablar es terapéutico, lo preocupante es que buena parte de las conversaciones fueran sobre salud, pruebas médicas y remedios varios. Ya está aquí, pensé, hemos llegado. Porque quien más y quien menos seguro que han comentado con las amigas charlas varias escuchadas en autobuses, bares o en el salón de casa entre los mayores, compitiendo en el “y yo más” de enfermedades. Yo solía pensar que ya son ganas de dedicar la joya que supone compartir tiempo con una amiga a abundar en males pequeños y grandes, que todo vale para esa competición, desde almorranas a enfermedades casi incurables. En más de dos ocasiones intenté reconducir la conversación, con poco éxito. Pero después me conformé y me dije a mí misma que ya había llegado la hora. Quiero pensar que el entusiasmo inicial a una edad en la que se empieza con la carrera de analíticas, pruebas, dietas sin sal y demás maravillas sea pasajero y que cuando ya nos acostumbremos pasemos a otra cosa. Lo que me temo es que la siguiente etapa sea hablar de servicios funerarios. ¡Por ahí no paso!