No sólo hay que agradecerle su aportación en el desarrollo de la natación adaptada, un deporte con gran arraigo en Gipuzkoa en el que hoy en día destacan los guipuzcoanos Iñigo Llopis y Nahia Zudaire, sino que también hay que destacar los enormes valores humanos que reunía Javier de Aymerich, el reconocido entrenador de natación paralímpica que falleció el pasado domingo a los 70 años de edad. Javier había labrado una notable carrera formando a técnicos de este deporte hasta que conoció a Richard Oribe, con quien formó una brillante pareja deportiva que conquistó numerosos éxitos para este territorio. Junto a Richard, el nadador con parálisis cerebral más laureado de la historia, forjó una excelsa trayectoria en la que lograron nada más y nada menos que más de cien medallas internacionales. Además, Javier de Aymerich le ayudó en gran medida en lo que puede significar el culmen para un deportista, subirse al podio de unos Juegos Paralímpicos, que Oribe consiguió en 16 ocasiones (desglosadas en seis metales de oro, ocho de plata y dos de bronce). Así, contribuyó a sus logros en cuatro de sus seis participaciones olímpicas, pero su vínculo fue más allá. El nadador –a quien enseñaba en otras muchas facetas de la vida– le consideraba, tal y como aseguraba, un segundo padre... y no hay nada más bonito que a alguien le puedan estimar tanto como a una madre o a un padre. Goian bego.
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