Irse de egun pasa a Donostia un fin de semana no es cosa de broma para una familia de andar por casa, porque una vez que te decides, comes allí, te tomas unos katxarros, les compras helados a los niños, y ya de paso hasta cenas, aunque sea unos bocatas, y luego vas a retirar el coche del parking público, donde te clavan otros 21 euros. Eso sin contar las compras, porque claro, las tiendas que tenéis por ahí no se ven en un pueblo de 1.300 habitantes. Pues resulta que para la cena ya no íbamos a hacer sentada y plato, que la cartera temblaba, así que fuimos a lo seguro: el clásico bar donde hace muchos años daban bocadillos de tortilla de patata por 160 pesetas: menos de un euro al cambio actual. Pero había cola en la entrada y claro, uno de Goierri está preparado para darse de leches con la peña en la barra para ver quién pide antes, pero no para hacer una tediosa cola en plena calle, cual guiri cualquiera. Así que nos fuimos al de al lado, otro clásico que sirve el mismo producto, en euskera también y echando leches. Tres bocadillos de tortilla de patata, a 3,80 cada uno, y una botella de agua de litro y medio, de las que ya no existen en la mayoría de los bares: 14 euros todo, sonrisa incluida. Un bar antes nos habían clavado 15,10 por dos pintxos, un zurito y una caña. Y como si te estuviesen haciendo un favor.
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