Hasta los propios gobiernos han comenzado a tomar cartas en el asunto. No es para menos. Recientemente, me refería en este mismo espacio al dilema existente en torno a los tipos de interés. Esto es, su alto nivel –en la actualidad están situados en Europa en el 4,5%– no se refleja en los productos de ahorro más comunes, como los depósitos o las cuentas de ahorro, al tiempo que, eso sí, ahogan a las familias, que observan con preocupación cómo el coste de sus hipotecas crece de manera exponencial. Por lo tanto, solo se plasma en el lado de la balanza que más conviene a las entidades financieras. Y como les decía, las instituciones, en nuestro caso el Gobierno Vasco, que instó el lunes a los bancos a que remuneren ya, como es debido, a sus clientes, han comenzado a actuar. Incluso el Banco Central Europeo asegura que la banca trasladará la vertiginosa subida de tipos a los depósitos mientras no pone freno a esta escalada bajo el pretexto de que el objetivo prioritario es que la inflación descienda. Y, a fin de cuentas, lo que está claro es que estos incrementos rara vez se traducen en ahorro en la misma proporción. Pero una cuestión es este eterno dilema y otra, bien diferente, es que este desfase sea tan acentuado como en la actualidad. Pues bien, nunca es tarde si... la actuación de los gobiernos por fin es buena.