Véase a una señorita en bikini, con gafas de sol, tipazo retocadillo por la delantera y pelo perfecto sentada en un flotador en el agua del mar. La imagen de relax corre como la pólvora en las redes. La interfecta, además de lucir palmito y jugar al oficio de influencer, se está zampando un trozo de mozzarella o burrata tras mojarlo en el agua. O sea, unta el cacho de queso italiano en el mar en el que han meado los niños del pueblo y veraneantes y lo mordisquea con cara de placer. No está mal de la cabeza. Simplemente, sigue una de las nuevas tendencias tan útiles para la humanidad, como la de mojar sandías, mango, plátanos y otros alimentos en el agua marina antes de tragárselos. Por lo visto, el brillante maridaje lleva ya un año promocionándose en las redes y más de uno se ha pillado una buena diarrea. Médicos de distintos países afectados por la loca idea han salido a recordar que el mar, además de microplásticos, tiene bacterias y otras suciedades. Y aunque estuviera virgen de contaminación es supersalado y puede provocar deshidratación. O sea, el aliño marinero es totalmente insano a no ser que se desee desatascar a la brava el tracto intestinal. Por esta y otras iniciativas populares, en algunos países se están pensado prohibir dar consejos sanitarios por Internet.