Todos los años, por estas fechas, recordamos en el periódico una curiosa llamada que recibimos cuando todavía la gente que no tenía smartphones llamaba desde Navarra para preguntar qué tiempo hacía en la costa. Era una mujer que, ofendida, nos decía que había un montón de medusas en la playa, al tiempo que nos alentaba para hacer algo al respecto. No un reportaje, que es a lo que nos dedicamos, sino que nos conminaba a tomar cartas en el asunto para evitar que hubiera esos “molestos animales” en el agua. Nuestra respuesta fue lógica: “El mar es su hábitat, no el nuestro”. Con las medusas todo los años se genera una cierta psicosis, más cuando hablamos de las carabelas portuguesas (falsas medusas), que nos hace perder un poco la perspectiva. Hasta el Ayuntamiento ha tenido que flexibilizar su protocolo porque con el primero que hizo para responder a la presencia ya habitual de estos ejemplares, las playas donostiarras iban a estar más tiempo cerradas que abiertas. De sabios es rectificar y de sentido común saber cuál es el lugar de cada uno. Aunque un barco se dedique a retirarlas, es imposible evitar su presencia en las zonas de baño. Por lo que solo queda disfrutar siguiendo los consejos de los socorristas, sin convertir en un problema la presencia de estos y otros animales marinos en nuestras costas.
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