Mark Cavendish, no un cualquiera, lo dejó bien claro. El ciclista que más etapas del Tour de Francia ha ganado en la historia (34), junto al caníbal Eddy Merckx, reconoció tras superar la meta de Donostia que “este es el mejor ambiente que he vivido en mi vida”. El británico, que está completando su decimocuarta edición de la ronda gala antes de retirarse al final de la presente temporada, que fue sexto en Baiona y quinto ayer –en dos sprints ganados por el belga Philipsen–, apuntilló que lo vivido en tierras vascas estos últimos días “ha sido como una fiesta”. Una fiesta que no empaña la nota negativa que provocaron las chinchetas con las que algún desalmado que odia este deporte tan sacrificado intentó boicotear pero que no consiguió gracias al gran espectáculo ofrecido, del que fue testigo todo el mundo, por la entregada afición vasca. Una hinchada que ha impregnado de colorido e ilusión las cunetas de las carreteras en estas primeras etapas de la carrera ciclista más importante y que a buen seguro lo seguirá haciendo en las siguientes. Como siempre lo ha hecho, aunque la ronda gala no pasase por Euskal Herria. Y, cómo no, la ikurriña ha sido el símbolo del Tour en su brillante comienzo. Algo de lo que nos enorgullecemos.