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Mesa de Redacción

Harri X. Fernández

Periodista cultural donostiarra. Máster en Periodismo de Investigación y Datos. Crítico de cine y jurado de los Premios Feroz. Torpe, olvidadizo y obsesionado con Ingmar Bergman y la animación. En una entrevista, Ryan Gosling se rio de él.

Dos años ya, aita

Dos años ya, aita

Este sábado se cumplen dos años, aita, y con el paso del tiempo me he dado cuenta que la muerte es también un problema gramatical que implica la elección de un verbo y su conjugación. Te fuiste, segunda persona del singular, un pretérito perfecto simple que trasluce una acción voluntaria, como quien se va a comprar tabaco. Moriste, de nuevo segunda persona del singular, más austero y aséptico que, por ejemplo, esta tercera persona del plural: Te mataron, la inacción, los médicos, el sistema, quien sea. Una opción, esta última, que aún 24 meses después hacen que, ya en primera persona, evoque las palabras de Hamlet y declame aquello de “mis pensamientos serán sanguinarios o no valdrán nada”. Porque sí, los pensamientos seguirán siendo sanguinarios, probablemente, hasta el mismo día en que, ante mi falta, mi descendencia o, si no la tengo, mis allegados deban elegir qué verbo conjugar y cómo. Existe una falsa moralidad que cierra los ojos ante lo incómodo y tiende a censurar el rencor, como si este no pudiese convivir dentro de un amplio abanico de sentimientos, como si eso empañase tu figura, como si eso me hiciese estar roto. Nada más lejos de la realidad, porque eso demuestra, tú que me has conocido, que te quiero y que te querré. Presente del indicativo y futuro (no tan) simple.