¿La Inteligencia Artificial puede llegar a alumbrar obras y teorías como si de un Mozart o Einstein se tratara? ¿Es la creatividad un don místico al margen del estudio científico, o se puede simular? Y lo que plantea aún más dudas: ¿la IA acabará con la creatividad? La última en alzar su voz ha sido la escritora Dolores Redondo, quien durante el acto de entrega del Premio Príncipe de Viana animó a rebelarse contra el invento, y a seguir “creando, escribiendo, inventando, diseñando, pintando, bailando y cantando”. El temor a la maquinita que viene –que hace años que ya está aquí–, inquieta a una parte de la sociedad a la que siempre ha costado reconciliarse con ordenadores que pretenden ser inteligentes, y más aún admitir que pueden llegar a ser creativos. ¿Se trata de una nueva oportunidad? ¿Se convertirá en el certificado de defunción de empleos que se nutren de la inspiración? Solo el tiempo dirá si esta tecnología disruptiva es capaz de emular el germen de nuestra cultura y todos nuestros conocimientos y experiencias, que están detrás de cada idea creativa. Por lo pronto, casi todo parece posible estos días, a tenor de lo que expresan los propios creadores del Chat-GPT, la cara más conocida de la IA, que plantean como un “reto apremiante” la regulación de esta tecnología con un potencial transformador brutal.