El final de la campaña electoral ha confirmado lo que se presumía cuando echó a rodar hace quince días. Para las principales fuerzas españolas la cita electoral de hoy es una especie de primera vuelta de las generales, un asalto clave, porque se entiende que el que salga noqueado no podrá remontar en los meses que quedan para las siguientes elecciones. Y desde esta perspectiva, huele a que el ganador ha sido el PP, que ha conseguido arrinconar a su rival primero con la impúdica utilización del comodín de ETA y en esta recta final de la campaña, exprimiendo hasta casi poner en duda la limpieza de los comicios, los casos de compra de votos detectados en Melilla, Mojácar y en una pequeña población murciana llamada Albudeite. Díaz Ayuso ha sido la voz cantante de esta estrategia con triple efecto: erosionar a Sánchez, marcar el paso a Feijóo y ocultar su lamentable gestión en las residencias de mayores durante el covid, cuando murieron unos 7.000 residentes en lo más duro de la pandemia. Por suerte, el ecosistema político y electoral vasco parece blindado ante este clima tóxico, que tiene a Moncloa en su punto de mira, pero no conviene perderlo de vista ante la posibilidad muy real de que el Gobierno español cambie de manos a finales de año. Si ocurre, cabe esperar lo peor para los intereses de Euskadi. Aquí, en líneas generales, la campaña ha discurrido sin especiales sobresaltos y los candidatos locales y forales han tenido oportunidad para confrontar y debatir sobre sus propuestas en asuntos propios de la gestión municipal y foral desde actitudes de respeto y moderación. Las encuestas que se han ido publicando a lo largo de la campaña han venido a confirmar tendencias conocidas, por lo que no se esperan sorpresas, aunque sí unas cuentas incógnitas por despejar y que pondrán emoción al recuento de esta noche. En Gasteiz y en Gipuzkoa la pugna se prevé muy ajustada. En la capital alavesa, cuatro fuerzas optan a la victoria, mientras que en Gipuzkoa, Eider Mendoza y Maddalen Iriarte llegan a la contienda muy igualadas. En la campaña, ha llamado la atención el perfil plano de los candidatos de EH Bildu, con discursos sin aristas, como no queriendo despertar el fantasma de la legislatura que gobernaron. A juicio del PNV, la izquierda abertzale ha desarrollado una estrategia deliberada de insípida moderación de sus mensajes combinada con la agitación en las calles a través de colectivos populares que han buscado el desgaste de los gobiernos a los que les ha tocado gestionar esta difícil legislatura marcada por la pandemia y sus consecuencias todavía palpables. Un plan que disimularía sus intenciones reales y que, en cualquier caso, pondría en riesgo las “sólidas” bases socioeconómicas de Gipuzkoa. En su último mitin, Otegi pidió el voto a la ciudadanía para impulsar “nuestra sociedad alternativa”, cuyos perfiles exactos no se sabe cuáles son por lo que el recuerdo de cuando llevaron las riendas del palacio foral puede servir de pista de ese modelo social al que aspiran. La suerte está echada y como diría el crupier de la ruleta antes de poner la bola a rodar, “No va más”. La solución, antes de medianoche.