Ni es la primera ni será la última mesa de redacción que les dedico a mis compañeras de viaje por la vida, a mis amigas. Cuando la escribo es todavía 8 de marzo y me acuerdo de muchas mujeres, desde mi madre a mi hija, desde mi hermana a mis compañeras de trabajo. Mujeres a las que quiero, mujeres que necesito, mujeres que me acompañan, a veces ya sólo en el recuerdo. Pero hoy en especial quiero homenajear a esas hermanas no biológicas a las que he elegido, con las que lloro y río, sin las que sé que no podría seguir adelante. Con las que hago planes, con las que los anulo, a las que a veces no quiero ni ver pero sin las que mi vida sería mucho peor, infinitamente peor. No me la imagino. Según voy cumpliendo años soy cada vez más consciente de que he sido una privilegiada por haber recorrido las distintas etapas de mi vida con unas mujeres estupendas a mi lado. Soy cada vez más consciente de que las tengo que cuidar, que nos tenemos que cuidar entre nosotras, que nos tenemos que servir de bastón mañana como nos servimos de alas para despegar ayer o anteayer. Mientras nos responda el oído, que nos sigamos escuchando y cuando nos falle, que sepamos leernos los labios. Konplize ditut eta maite ditut denak. Gora emakumeak!
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