En un contexto social definido por el aumento del precio de los combustibles, de la electricidad y del gas; por una inflación disparada que afecta de manera particular a la alimentación; por un euríbor que empieza a estrechar la soga en el cuello de los hipotecados y por tantos sueldos sin actualizar y sin previsión de que lo hagan, hemos conocido los balances de las principales entidades bancarias correspondiente al ejercicio anterior. Ha sido un cierre que se ha comunicado por capítulos, en el que cada resultado mejoraba el listón del anterior hasta sumar, en su conjunto, más de 20.000 millones de euros de beneficio, un nuevo récord. El impuesto temporal extraordinario por los beneficios acumulados el año pasado gracias a los tipos de interés rondará los 1.200 millones de euros, lo que representa el 5% del total de las ganancias. La de los bancos ha sido la noticia de la semana, porque los clientes observan la bonanza del negocio al que contribuyen con el pago de toda clase de comisiones sin que sus depósitos y ahorros encuentren el incentivo acorde al alza del precio del dinero que esta misma semana ha vuelto a anunciar el Banco Central Europeo. Durante el largo periodo de tipos negativos no podíamos esperar rentabilidades por los ahorros. Se ve que ahora tampoco. Será que falta cultura financiera.