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Mesa de Redacción

Eduardo Iribarren

2023

2023N.G.

En plena resaca de las fiestas navideñas, en el horizonte solo queda la de San Sebastián por recuperar del ciclo de festejos cancelados por culpa del covid. Pero es una normalidad a medias porque el recién estrenado 2023 también llega lastrado por la pandemia, obligándonos a poner un ojo en China y el otro en la oferta de vacunación de las autoridades sanitarias, por eso de que la prudencia es la mejor consejera. Aparte de lo que nos traiga en exclusiva 2023, este año será heredero de la guerra de Ucrania, a la que a día de hoy no se le intuye el final, y de una inflación que parece moderarse en todo el consumo menos en el del comer, que como nos enseñaban de pequeños es justo con el que no se debe jugar. En 2023, regresarán las elecciones tras el oasis de 2022, y por partida doble: en mayo, las forales y municipales, y a final de año las generales si la alquimia demoscópica no aconseja adelantarlas para citarnos en un superdomingo con empacho de papeletas. Sobre esta agenda de asuntos hemos leído y oído previsiones, pronósticos y predicciones que, a partir de unas condiciones determinadas, tratan de anticiparnos el futuro. Pero escapan a estos vaticinios imprevistos como la caída del muro de Berlín, los atentados del 11-S, la crisis de 2008 o el covid, sucesos inesperados que hacen saltar la banca y cambian el rumbo del mundo. Y pese a todos los avances en inteligencia artificial, todavía nadie ha inventado esta bola de cristal.