El peso de las grandes potencias del mundo es demasiado grande para un pueblo como el saharaui, invadido, desplazado y explotado por un vecino ambicioso que ocupa una posición estratégica en el tablero internacional. El Consejo de Seguridad de la ONU, donde toman asiento los cinco miembros permanentes que se valen de su derecho de veto para imponer sus propios intereses a todos los demás, apoyó una resolución auspiciada por Estados Unidos que consagra la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, ese país que durante décadas colonizó España y que abandonó hace cincuenta años empujado por una invasión de ciudadanos que fueron enviados por Hassan II, el padre del actual rey Mohamed V. El señuelo para bendecir esta solución es la autonomía para el pueblo saharaui, enterrando la opción del referéndum de autodeterminación, incluida en los acuerdos de 1991 bajo la mediación de la mismo organización que ayer apuñaló al pueblo saharaui con un giro histórico. Según Estados Unidos, la solución del invasor es “la mejor opción”; claro que sí, para Marruecos. Apoyos no le han faltado, como el interesado de los países de la Unión Europea, el vergonzante de España o la abstención cómplice de Rusia y China que, casualidad, no han querido hacer uso de su derecho de veto. Visto desde Euskadi, que tanta solidaridad ha mostrado y sigue mostrando hacia los saharauis, duele una traición que no servirá para ahogar ni su dignidad ni su sueño por la libertad.
- Multimedia
- Servicios
- Participación