La de Donostialdea no solo es la OSI más grande de la CAV. Su servicio de referencia, el Hospital Donostia, es de alguna forma el centro sanitario de todos los guipuzcoanos; antes o después, casi todos nos ponemos alguna vez en sus manos. Creo que no me equivoco cuando digo que la sensación general entre los guipuzcoanos ante lo que está ocurriendo es de preocupación por una crisis que ha estallado en el contexto del impacto negativo que ha tenido la pandemia para el sistema sanitario y que resulta insólita en cuanto a su expresión, con un grupo de jefes médicos tratando de liderar lo que, a todas luces, es una revuelta contra la dirección del departamento de Salud y su modelo de gestión tras cesar a dos cargos de la cúpula. Sobre los ceses, el departamento se ha referido a la pérdida de confianza como única explicación, ignorando, por ahora, la protesta que diariamente se manifiesta en las escaleras del centro hospitalario donostiarra. Enfrente, por contra, avanza un relato que confronta con la dirección de Osakidetza con afirmaciones que suman la defensa de la sanidad pública, el malestar del personal sanitario y el bilbocentrismo entre otros argumentos. Onkologikoa, su encaje en el sistema de Osakidetza, parece una pieza clave del conflicto. Ambas partes se emplazan al diálogo. Que sea para bien y en defensa de una sanidad que, en todos los casos, priorice lo público.