El magazine que va después de La mañana de La 1 hablando de los mismos temas y se ha tragado el informativo territorial, que repite sus mejores momentos después del Telediario, sorprende con un reportaje, con forma de anuncio publicitario, que vende las bondades de vivir en un piso de 25 metros cuadrados por 788 euros al mes con literalmente todo a mano: lavadora, frigorífico y cama abatible en el pasillo-salón-cocina-dormitorio. Lo venden con los calificativos de “producto estrella” con “todo tipo de comodidades” y “atractivos” que “está teniendo mucho éxito”. Un futuro inquilino, que desliza el nombre de la inmobiliaria como en la teletienda, remarca lo contento que está (sin haberlo probado) y la responsable de la inmobiliaria aclara que incluye wifi y acceso a garaje, trastero y zonas comunes como un gimnasio. Y entonces, ya sí, el trajeado presentador desde el estudio lo compara con una habitación de hotel y sentencia que “tampoco está tan mal”. Hasta que un tertuliano denuncia que ese piso no es digno, otra añade que es carísimo y a un tercero le parece un desastre. Y así los invitados hacen el trabajo de los periodistas mientras la tele pública confunde noticias con anuncios de inmobiliarias. Antes, al menos, ponían una cortinilla para separarlos, como tendrá que hacer el inquilino cuando busque intimidad.