No sabemos quién es el comandante, pero el jueves en Génova mandó parar. Bastó la declaración que sobre el delito de sedición hizo la ministra de Hacienda para que el PP lo vinculara a la reforma del Poder Judicial. El mismo PP que el miércoles separó los dos temas (Cuca Gamarra: “Son dos cuestiones distintas, ¿no?”). Pues bien, alguien detectó que firmar un acuerdo de Estado para renovar la cúpula judicial no beneficiaba al PP. Más aún, que era mejor correr el riesgo de quedarse como principal responsable de que siga el bloqueo. La otra opción sería peor: un acuerdo que podía suponer una bronca interna y el hipotético coste electoral ante Vox. Díaz Ayuso, de visita en Galicia, guasapeó a Núñez Feijóo. El PP halló una excusa, no la mejor, y paró. La presidenta madrileña filtró sus movimientos triunfales. El liderazgo de Feijóo en el PP no pasaba por su mejor momento y esta crisis no lo mejora. Todo por una reforma del delito de sedición que se lleva hablando desde que Juan Carlos Campo era ministro de Justicia. Fue relevado en julio de 2021. Llamarse a sorpresa por unos planes que La Moncloa maneja en función de su interés no suena creíble. Salvo que en el PP no lean los periódicos y no supieran nada. O que sea pura escenografía de la próxima temporada de Juego de Tronos en Génova.