Que me perdonen las personas de buena voluntad y si no lo hacen, pues nada, viviré sin su perdón. La verdad es que me he llegado a sonrojar con la campaña en la que mujeres, muchas de ellas con responsabilidades en lo público, se cortaban un mini-mechón de pelo, como si en él se hubiera pegado un trozo de chicle, como apoyo a otras mujeres, las de Irán, a las que están matando y represaliando. No señoras mías, el mechoncito no es suficiente. La melena en una coleta de Elnaz Rekabi dice tanto como tan poco ese gesto que repito, perdonen ustedes, resulta casi ridículo. Para quienes están en posiciones de poder se me ocurren muchas formas de hacer más fuerza que esa. Y que conste que no soy contraria a los gestos simbólicos, creo que tienen su importancia y son necesarios, porque la suma de todos crea marea y eso, desde luego, importa. Pero de verdad que cortarse con la tijerita de las uñas cuatro pelos, no me parece serio. Y sí, también es por cantidad, porque cortarse la melena entera no es igual que deshacerse de un mechón donde no se ve en plan presumidas. Que las están matando, señoras y señores, que salen a la calle para reivindicar una cuota de libertad que nosotras tenemos, que puede que sean estas mujeres valientes las que cambien el futuro de su país. Un mechón, no, por favor.