Maciej Berbeka se convirtió en 1988 en el primer montañero en ascender el Broad Peak en invierno. O, al menos, eso creyó cuando, en unas condiciones infernales, alcanzó la que pensó que era la cima. En realidad, era la antecima: le separaba un desnivel de 23 metros hasta la verdadera cumbre. Lo supo tres meses después, cuando el líder de la expedición, Andrzej Zawada, anunció que Berbeka no había logrado el objetivo. De ser recibido como un héroe pasó a abandonar las expediciones polacas, sumido en una tremenda decepción. 25 años después, cuando tenía 59 años, Polonia creó una potente cordada para ascender el Broad Peak en la que unió a promesas del alpinismo y leyendas. Invitó a la expedición a Berbeka, que no pudo resistir la tentación de regresar al Broad Peak para tratar de culminar la tarea. La historia (y el final, que no se desvela en estas líneas) se cuenta en la película Broad Peak (Netflix) y coincide con un estudio, recientemente publicado por un grupo de investigadores, que concluye que solo tres de los alpinistas que han hollado los catorce ochomiles pisaron realmente todas las cimas: Veikka Gustafsson, Edmund Viesturs y Nirmal Purja, este último con la ayuda de oxígeno artificial. El informe se basa sobre todo en la milimétrica revisión de las fotos que se hacen en la cima, pero cuesta creer que hubiera tantos errores a la hora de hacer cumbre.