Cómo no. En esta ola de subidas precipitadas y alarmantes de la energía y los carburantes, que afectan sobremanera al bolsillo del consumidor, no podía faltar un acompañante de lujo: el euríbor. Tras un letargo de seis años con valores en negativo, una situación idílica que ni el más optimista podía soñar con anterioridad, este indicador que toman como referencia la mayoría de las hipotecas no ha querido dejar escapar este tren para desgracia de muchos. Era ya demasiado pedir continuar en una situación tan paradisíaca; las tensiones financieras han terminado por provocar su abrupto incremento después de que los bancos centrales estén acelerando las subidas de los tipos de interés en tiempo récord. Hasta tal punto que estas subidas de las cuotas hipotecarias son las más rápidas de la historia al pasar, en un año, del -0,49% a superar el 2%. Este fenómeno, como cabía esperar, está provocando que los clientes tomen decisiones como la de subrogar su hipoteca hacia entidades financieras que ofrezcan mejores ofertas, si las hay, con un tipo fijo. Si en otros tiempos las de tipo variable eran el producto estrella, ahora son muchos los que huyen despavoridos. Es momento, por tanto, de que, tras no pagar en su día los intereses negativos, los bancos atiendan como merecen las necesidades de sus clientes.