Se cumplen 500 años desde que Elkano completó la primera vuelta al mundo y nosotros estamos aquí para verlo. De cualquier modo, la celebración del quinto centenario no deja de ser arbitraria: solo responde a la tradición religiosa del Milenarismo, ya saben, eso de contar los años de uno en uno en función a la cosecha, luego de 100 en 100 y luego de 1.000 en 1.000 porque se va a acabar el mundo. La cuestión es que el hecho y el personaje de Elkano son tan notables que debería ser recordado cada año, también en el próximo, en el 501er aniversario, y en los siguientes. Atendiendo al pensamiento del filósofo rumano Mircea Eliade, experto en el estudio de la regeneración del tiempo en sociedades arcaicas, cuando se repite un ritual, lo que está haciendo es darle vida al hecho originario: solo existió porque ahora se repite. El rito, como el desembarco de esta tarde en Getaria, se transubstancia en el desembarco real en Sanlúcar de Barrameda en 1522 y, por lo tanto, trae al presente un hecho científico, humanístico, náutico y social del que sentirse orgulloso. Aunque cada cuatro años se vuelva a representar el desembarco, la sociedad vasca no se puede permitir esperar otros 100 o 500 años para volver a recordar a Elkano, pues la experiencia hasta la fecha demuestra el peligro de que otros escriban nuestra historia. Las mentiras, les aseguro, no van a esperar cinco siglos.