La vuelta a cole este año va a ser más dura que nunca. Más que cualquier cuesta de enero. No es que lo diga yo; así lo corroboran, al menos, los indicadores más importantes que afectan a la económica doméstica. Los más preocupantes, cómo no, los relacionados con la energía. Hasta el punto de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado una “intervención de emergencia” porque los precios en el mercado eléctrico están disparados. Cómo deberá estar el asunto para que incluso en el organismo europeo consideren “desorbitados” estos precios, que en este final de agosto han alcanzado su máximo histórico. En el caso de la gasolina, tras un pequeño respiro, vuelve a rondar los dos euros el litro y parece que la subida no va a parar a corto plazo. Y sin el combustible también, claro está, la mayoría no podríamos vivir si queremos desplazarnos. Por tanto, no nos queda otra que pasar por el aro. Y esto por no hablar del euríbor, que se encuentra en máximos desde hace diez años y va camino del 2% después de estar este mismo año por debajo del cero. Paradójico. Las contundentes subidas de los tipos de interés están causando estragos. Así que nos vemos obligados a apretarnos el cinturón más que nunca porque esto no tiene pinta de que vaya a cambiar. l