Que Ibai ha dicho que no, que ya si eso para el año que viene. Que no había que ser muy espabilado para darse cuenta de que algo no iba bien, porque julio hace un rato ya que se esfumó y aquí andamos casi a mitad de agosto, con los libros del cole presidiendo ya la entrada de librerías e hipermercados, y poco margen quedaba para la prometida resurrección del Grand Prix del Verano. La vuelta del programa se ha quedado junto a los propósitos de dejar de fumar, apuntarse al gimnasio o comer más sano que nos hicimos la pasada Nochevieja, cuando Ibai sentó a su mesa a Ramontxu y nos contaron, sin hacer cuentas, su propósito de hacer televisión analógica de los 90 en tiempos de plataformas digitales. TVE rompió el encanto cuando ya en febrero hizo público su nanai a producir o emitir la versión actualizada del programa, así que acabaron buscando refugio en Twitch, la casa de Ibai. Ahora, como el tren de Extremadura, ajustan el horario de llegada y será para el año que viene, que no ha dado tiempo, que no han encontrado el sitio y el Grand Prix (cuya última etapa presentó Bertín Osborne) forja su leyenda, la de esos programas que lucen mejor en la nostalgia que en la parrilla y que además son carísimos. ¿A alguien se le ocurre alguno más? Un, dos, tres, responda otra vez.