Soy un perro del siglo XXI, pero mi alma y esencia provienen del pasado.
No te dejes llevar solo por mis ojos, mi energía o mi fuerza. Si no puedes ofrecerme la vida que necesito, por favor, no me elijas.
Los perros no somos juguetes ni figuras decorativas. Somos seres vivos con una herencia genética que nos impulsa a movernos, a explorar, a trabajar y a sentir.
Si no estás dispuesto a comprender y respetar nuestras necesidades —físicas y emocionales— mejor da un paso atrás y renuncia a llevarme a tu casa.
Un perro feliz es aquel que puede ser verdaderamente perro: correr, jugar, tener espacio, recibir cariño y también un propósito.
No queremos simplemente existir. Queremos vivir plenamente.
Piensa antes de adoptar. Respeta nuestra esencia.