Les juro que no era mi intención. Mis ojos con legaña aún sin retirar estaban programados para escudriñar las interpretaciones diestras sobre el 40 cogreso del Partido Sanchista, digo socialista. Y algo de eso (bastante ploff) les traeré luego. Pero en medio de la recolección me ha atacado el siguiente titular en Libertad Digital: "El aurresku ya no es el baile de ETA". ¿Quién se resiste a eso?

Firma la cosa Marcel Gascón. Aparte del desbarre, lo primero que llama la atención es el retraso. Oigan, que el sarao de Vox fue hace una semana. El pleistoceno en términos periodísticos, pero al joven amanuense (en la foto lo parece) se ve que se le ha quedado grabado en el alma y quería compartirlo con sus lectores en una pieza que comienza tal que así: "Muchos españoles, me atrevería a decir que la mayoría, conocemos el aurresku por ser el baile con que se recibe a los terroristas excarcelados (ahora todos los viernes por el mismo juez que les metía en chirona) cuando regresan a seguir chuleándose de las víctimas en las calles, ya limpias de sangre, del País Vasco". ¿De verdad la mayoría de los españoles conocen el baile por eso, marisabidillo?

Luego, el pisaverde se pone cátedro y expone la tesis de que los malvados nacionalistas de cualquier lado secuestran los símbolos de la tradición y la cultura. En la pérfida Vasconia, según él, la cosa fue peor: "La conquista abertzale y jeltzale de la tradición no puede explicarse sin el éxodo masivo de decenas de miles de vascos, mayoritariamente conservadores y profundamente enraizados a su tierra, empujados a emigrar por la la acción combinada de la estigmatización nacionalista y el terror etarra".

Y si no fuera aurresku sino jota, diríamos que allá va la despedida de la delirante redacción escolar. Pongan ustedes la apostilla: "El líder del partido, Santiago Abascal, fue recibido a su llegada al acto con un aurresku. Al elegir esta forma de darle la bienvenida, quienes concibieron la puesta en escena de Voxaventura no sólo reivindicaron la vasquidad -siempre puesta en duda por quienes quisieron matarle- de Santiago Abascal. También han limpiado al aurresku y a sus dantzaris de una identificación injusta que nos hacía ver este baile inocente como una danza fea y portadora de tortura, acoso, infelicidad y muerte".

Cuente hasta cinco para liberarse de la sensación de vergüenza, que seguimos. ¿Con lo del 40 congreso? Venga, va. Pero no crean que hay nada glorioso. Han sido todo faenas de aliño. Como ejemplo, un fragmento dele ditorial de La Razón: "Sánchez habló desde el pedestal sobre un mundo de ficción, la fábula de una socialdemocracia fantasmal, la suya, sepultada bajo la indignidad de las alianzas con los comunistas, los independentistas más fanáticos del Europa y los legatarios de los terroristas mientras se criminaliza a la oposición como antisistema. Lo hizo para los convencidos y los descarriados, como engrasa el voto clientelar en los Presupuestos".

También en el diario de Marhuenda, Julio Valdeón tiraba de repertorio y terminaba así su glosa: "Cualquier señal de vida inteligente a la izquierda, cualquier atisbo de lealtad hacia lo común, tendrá que buscarse fuera de los grandes partidos. O inventarla de cero".

En ABC, es Ignacio Camacho quien hace los honores: "Es dudoso sin embargo que más allá de esa solidaridad instintiva se haya tragado el señuelo del giro centrista, la enésima simulación del gran paladín de la mentira. Porque la socialdemocracia de siempre, la que encuentra en el felipismo su referencia legítima, le prohibió al actual líder aliarse con tardoetarras y separatistas. La socialdemocracia de siempre -lo dijo el propio expresidente- no era complaciente con las tiranías ni escogía socios prohijados por regímenes populistas".

No va mucho más allá Antonio R. Naranjo en El Debate: "Sea como fuere, lo cierto es que en el próximo PSOE nadie podrá levantar la voz cuando tres cuartos de España le pregunten cómo se sintió más cómodo con Junqueras y cómo se sentó a la vera de Otegi. Todos estarán en el fondo del barranco, preguntándose cómo demonios han acabado ahí. Y sabiendo perfectamente la respuesta".

Y ya que han llegado hasta aquí, fuera concurso, les copio y pego un crujido de diente Alfonso Ussía. No vean qué disgusto se ha llevado a cuenta de la imputación a Rodolfo Martín Villa de cuatro homicidios durante su época al frente del Ministerio de Interior. Así la toma contra la juez que ha dado el paso: "Se llama María Servini, es titular del Juzgado de lo Criminal y Correccional Federal 1 de Argentina, y ha cumplido los 84 años de edad. Ahora entiendo los motivos de la presencia en España de determinados deshechos argentinos. ¿A qué edad se jubilan los funcionarios de aquel maravilloso y robado país?".